Liberación Animal
Yo,
por ejemplo -no sé ustedes- estoy de acuerdo con el enfoque
legalista y con el principio que lo anima y que le da vida. ¿Cuál
es ese principio? Bueno, creo que aquí vamos a estar de
acuerdo todos: es el principio según el cual la educación
juega, efectivamente, un rol principalísimo en la defensa
de los derechos animales y en la difusión de los cimientos
pilares de nuestro movimiento animalista activo. Hasta aquí
todo muy lindo y todos de acuerdo.
Ahora,
el problema surge cuando cotejamos los resultados buscados con los
resultados obtenidos después de tantos años. Yo lo
diría así, muchachos: como procedimiento, fantástico,
irreprochable. Como logro... bueno, cada cual tendrá su opinión.
La mía es que los logros obtenidos están bastante
por debajo de lo que podríamos llamar éxito. Por lo
pronto está llevando muchísimo tiempo. Mucho más
del que suponíamos iba a requerir nuestro mensaje en surtir
efecto. Además que nadie puede aseverar honestamente que
la acumulación de contenidos educativos vertidos sobre la
gente llegue a modificar algún día sus conductas especistas
a nivel masivo. ¿Quién puede asegurar que ese supuesto
cambio a largo plazo algún día se dé? Sí,
los cimientos están bien puestos de la mano de la educación
y difusión, pero, ¿y ahora qué?, si el terreno
está bien abonado, si nuestras ideas son claras y están
bien manifestadas, ¿no será la hora de llevarlas al
campo de la acción? Claro que es más fácil
decir : ¡no, si algún día va a llegar! Con lo
cual uno queda eximido, gracias a ese recurso de optimismo a ultranza
en el futuro, de mover un solo dedo en el presente.
Y
hay que tener en cuenta que lo que hagamos nosotros no lo va a hacer
nadie. Imaginemos estar en un campo de concentración y que
solo un guardia se apiade de nosotros, el puede conseguir la llave
y abrir nuestras prisiones si así lo desea, o esperar unos
cuantos años a que los otros guardias tomen conciencia y
decidan liberarnos... mientras tanto que nos acribillen, que nos
torturen, que nos violen y que finalmente nos maten, hasta que los
señores se pongan de acuerdo, ¿no? ¿es eso
lo que queremos para las demás especies animales?, ¿que
sean atormentadas por siglos y siglos mientras los humanos nos ponemos
de acuerdo en cuáles métodos son efectivos y cuáles
no para lograr su liberación? Ojo! Yo no estoy recomendando
a nadie que lleve a cabo una acción directa, ni que sugiera
a otros que lo hagan; lo que estoy tratando es de fijar un punto
conceptual: tal cual están las cosas ahora no es suficiente.
Porque
bien podría pasar que luego de miles de años de educación
sobre este tema la gente siga maltratando animales y comiendo carne
y ese cambio profundo de respeto a la vida, tan anhelado por nosotros,
nunca llegue.
Una
cosa es segura hoy por hoy: para los animales cautivos y que están
siendo -mientras nosotros estamos aquí mismo reunidos- torturados,
masacrados y despedazados, para ellos no hay tiempo. Eso está
claro. Ahora, ¿Cuál sería la diferencia entre
llevar a cabo una liberación directa y hacer una charla informativa?
Bueno, la diferencia justamente es esa: la vida y la muerte de todos
esos inocentes. Dirán ustedes es una diferencia numéricamente
mínima, "¿qué hace un animal más,
un animal menos?", sería como intentar limpiar un océano
contamiado sacando gota por gota. Bueno, pero y si cada gota fuera
una vida, ¿no valdría la pena haber salvado esas gotas?
Claro, lo dramático podría ser que liberando animales
a través de la acción directa otros animales ocupasen
ese lugar y todo siguiera igual que antes. Pero veamos este ejemplo:
van viajando en un tren y ven que están por violar a un niño,
¿acaso se quedaría n de brazos cruzados en vez de
evitar la violación, creyendo que al impedirla el violador
intentará hacerlo de nuevo y otros niños ocuparán
el lugar del que fue salvado? Me animo a decir que la mayoría
de nosotros evitará esa violación por cualquier medio
que esté al alcance de nuestros manos, lo mismo lo traslado
a los animales que están por ser violados en un laboratorio
o en cualquiera de esos otros diabólicos lugares destinados
para masacrar animales, una de dos: podemos pasar a la acción
e intentar abrir sus jaulas o quedarnos debatiendo sobre la posiblidad
de que otros animales ocuparán ese lugar, mientras millones
están siendo t orturados en este momento.
El
punto es este: toda injusticia en este mundo tiene una doble cara:
por un lado la injusticia genérica contra cuyas causas uno
lucha y cuyos efectos trata uno de erradicar modificando las circunstancias
que posibilitan dicha injusticia; pero la otra cara es el hecho
particular y cotidiano de quienes padecen d icha injusticia en carne
propia. ¿Qué hay que hacer entonces con estas víctimas
mientras modificamos las circunstancias genéricas que dan
origen a la situación de injusticia? ¿Qué es
luchar contra la droga? Es dos cosas: tratar, por un lado, de erradicar
su proliferación y uso (no olvidemos que la mayoría
de las drogas son testeadas en animales); pero por otro lado ayudar
a los que ya son víctimas de esa proliferación injusta
y criminal. Mi lema sería este: mientras educamos, salvemos;
y mientras salvamos, eduquemos.
Es
cierto, yo no discuto que la educación a largo plazo podría
eventualmente llegar a liberar a millones de animales. Pero que
alguien me diga cuáles han sido, concretamente, en los últimos
50 años las victorias objetivas (y llamo objetivas a las
victorias que conllevan el beneficio de los animales y no el beneficio
de la vanidad humana que los defiende) cuáles, digo, han
sido las victorias objetivas en cuanto a modificación de
actitudes especistas en las masas y en cuanto a disminución
de los padecimientos brutales infligidos a los animales. ¿Cuáles?
En lo que a mi concierne, tendríamos que contabilizar también
entre los éxitos -además de la difusión de
nuestro ideario animalista, que es muy importante- acciones de liberación
animal llevadas a cabo por las células clandestinas integradas
por activistas que no se limitan a emitir mensajes sino que pasan
a los hechos crudos y actúan incluso a riesgo de su propia
vida.
Entonces
que quede claro que no me opongo a transitar ninguna vía
encaminada al logro de un trato ético hacia los animales.
Pero justamente porque no me opongo a transitar ninguna vía
es que propongo transitarlas todas simultáneamente, cada
una con sus distintas tácticas y estrategias pero con un
mismo propósito de liberación animal y apoyar aquellas
personas que están encarceladas por haber entregado su libertad
para dársela a los demás. Y por Dios no empecemos
a pelearnos y a dividirnos y a fo rmar grupos intestinos por no
ponernos de acuerdo en cuestiones de caer en controversiales debates
y argumentar "ad eternum". Aquí la cohesión
es clave y la cohesión consiste en reconocernos dispuestos
a combatir al especismo hasta sus últimas consecuencias.
Aquí la cohesión consiste en acordar que la gente
no tiene derecho de torturar, esclavizar, mutilar, o asesinar animales.
Si lo hacen, sería bueno que nuestra cohesión les
recuerde que toda acción provoca una reacción. De
hecho, si los animales estuvieran en condiciones de defenderse,
no cabe duda de que quienes los ultiman a diario tendrían
que esforzarse en salvar sus propios pellejos. ¿O ustedes
saben de algún caso en la Naturaleza de un animal que no
prefiera matar a ser matado?
Tal
y como están las cosas, los animales no pueden recurrir a
nadie que no seamos aquellos que sentimos empáticamente la
magnitud de su suplicio diario. Sin nuestra ayuda están abandonados.
Yo no pienso darles la espalda. Espero que ustedes tampoco.
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